Detrás de El Lobo de Wall Street.

13.12.2017

Jordan Belfort quiso ser una estrella de rock. Tocaba la guitarra y, según su propio juicio, era increíble. Escuchaba las bandas de rock que sonaban en la radio y hacían giras por el mundo cuando él era niño y que, ahora, consideramos clásicas: Beatles, Led Zeppelin, Rolling Stones. Nada realmente sorpresivo, pero tampoco necesitaba más que a Robert Plant cantando en los parlantes del equipo de sonido en la casa de Queens, Nueva York, donde creció. No llegó demasiado lejos, sin embargo, porque sus padres no eran adeptos a la idea de que la música fuera su oficio de vida. Jordan Belfort quería ser estrella de rock, pero sus padres no querían el rock.

Pero ser estrella de rock no se trata -nunca lo ha hecho- sobre la música, sobre tocar la guitarra, sobre conciertos y notas distorsionadas. Ser estrella de rock es una cuestión de actitud, de empuje, de carisma, de rebeldía, de no dejarse encerrar por las normas, de romper las reglas, de vivir hasta las últimas consecuencias. Jordan Belfort hizo eso, justamente. Se convirtió en una estrella de rock que no tocaba música.

En lugar de eso, Jordan Belfort realizaba estafas, manipulaba el mercado de valores, lavaba dinero y llevaba a cabo otros delitos relacionados con las altas finanzas. Su vida era una espiral constante de abuso de drogas, fiestas sin fin y sexo desenfrenado; su firma, Stratton Oakmont, llegó a dar empleo a más de 1.000 personas. No existen número oficiales, pero se estima que, en su momento de mayor apogeo, Belfort llegó a valer unos $200 millones, aunque esa cifra pudo haber sido mucho mayor.

Belfort ha escrito dos libros autobiográficos, The Wolf of Wall Street y Catching the Wolf of Wall Street , traducidos a 18 idiomas
Belfort ha escrito dos libros autobiográficos, The Wolf of Wall Street y Catching the Wolf of Wall Street , traducidos a 18 idiomas

Entre 1989 y 1996 -el tiempo que Stratton Oakmont estuvo en actividad, estafando a clientes de todo el país-, Jordan Belfort, sin tocar una sola nota musical, se convirtió en una estrella de rock. Su nombre no encabezaba las alineaciones de los festivales de música, ni aparecía en los créditos de las películas de Hollywood. En cambio, sus actuaciones trastornaban el estatus de los grandes círculos financieros de Estados Unidos.

Jordan Belfort era un animal salvaje, suelto en las calles de Nueva York.

Jordan Belfort era el lobo de Wall Street.

El estadounidenseserá parte de un taller dirigido por expertos en innovación, emprendimiento y ventas llamado The Mentors. Impartirá su taller especializado en ventas, el cual ya se ha presentado con éxito en países como Estados Unidos, Suiza, Alemania, China y Japón.

Dinero. Poder. Mujeres.

"It was about women" es una frase que no se puede traducir literalmente. Corrijo: sí se puede, significa "Se trataba sobre las mujeres", pero decirlo así es como un partido de fútbol sin remates a marco, como un debate político sin pedradas entre los candidatos, como -al menos para Jordan Belfort durante un largo tiempo de su vida- tener sexo sobrio: no es lo mismo.

Así que, cuando Jordan Belfort interrumpió mi primera pregunta durante la conversación que sostuvimos vía telefónica -él en Los Angeles, California; yo en Tibás, San José- para decirme que no se trataba de dinero sino sobre las mujeres, toca usar una pizca de imaginación.

El nombre de Jordan Belfort no es tan popular, al menos fuera de los círculos financieros, como su apodo. El lobo de Wall Street pasó a ser parte de la cultura popular en el 2013, cuando la película inspirada en el auge y caída de Belfort -y basada en la autobiografía escrita por el propio Jordan durante los años en prisión que vinieron tras su debacle- llegó a cines de todo el planeta y estuvo nominada en varias categorías de los premios Oscar.

"Fue sobrecogedor ver mi historia en la pantalla grande. Me quedé sin palabras", recuerda. "No es exactamente fiel a la realidad. Por ejemplo, nunca golpeé a mi esposa. Además, nos drogábamos más con metacualona -un sedante hipnótico-, pero supongo que en cámara se ve más cool la cocaína", se ríe.

Belfort agrega que no se molestó con las imprecisiones de la cinta porque "así es el negocio del espectáculo, tienen que contar una historia que sea tan atractiva como sea posible. Además, siempre es un buen día cuando Leo di Caprio hace de ti".

Tanto el libro -que se publicó en el 2007, en Estados Unidos, y permaneció varias semanas entre los mejor vendidos del New York Times - como la película mostraban a un Belfort ansioso por generar cantidades exorbitantes de dinero, que parecía ser una droga mucho más fuerte y adictiva que cualquier estupefaciente.

Lo era, sí, pero la fortuna nunca fue el principal objetivo. En cambio, "It was about women".

"Es como dijo Tony Montana -el protagonista de Scarface , un narcotraficante interpretado por Al Pacino en 1983-: primero conseguís el dinero, luego el poder y luego las mujeres", cuenta Belfort entre risas.

Belfort llevó a su hijo a ver la película The Wolf of Wall Street para explicarle sus razones para estafar, drogarse y tener sexo desenfrenado con quien fuera. 

Tomemos un instante para meditar sobre la risa de Jordan Belfort. Es una risa amplia, pero no invasiva. Jordan Belfort no se ríe en exceso, porque parece estar siempre apurada por llegar a la siguiente idea de la conversación; pero, al mismo tiempo, sabe cuándo romper su discurso con una carcajada liviana, refrescante. Es imposible saber si esta es la misma risa que Jordan Belfort dejaba salir en la oficina de Stratton Oakmont, mientras se burlaba de las autoridades estadounidenses y amasaba millones de dólares, invaluable poder y cuantas mujeres quisiera.

"El dinero es interesante. El dinero te hace sentir bien por un rato, precisamente como una droga. Así que el dinero era una gran parte de la aventura, pero no era lo único. Vivía con una constante sensación de 'qué tan arriba puedo llegar, qué tan alto puedo volar'. Daba miedo lo rápido que podíamos subir. Pero, al final del día, puedo decir que amo el dinero, solo que prefiero hacer las cosas bien ahora", cuenta Belfort.

Redención

Para Jordan Belfort, hacer las cosas bien implica un trabajo honrado, pero igualmente espectacular: está en su naturaleza atraer miradas y atención; está en su naturaleza ser una estrella de rock. Ya no estafa ni se aprovecha de recovecos en la bolsa de Wall Street para ganar millones de dólares semanales. Ahora, en cambio, viaja por el mundo dando seminarios de emprendimiento y persuasión.

"Las reglas del emprendedurismo son equivocarse, porque es importante aprender de los errores; acertar, para aprender del éxito, y forzarse a uno mismo a hacer las cosas que hay que hacer, incluso cuando no sientes ganas. Eso es lo que enseño a la gente en mis conferencias", cuenta.

Belfort dice que escribir su libro cambió su vida, porque le obligó a examinar las decisiones que lo llevaron a prisión y le hizo sentirse asustado de quién era. "Extraño hacer rica a la gente que trabajaba conmigo, pero nunca volverá a caminar por ese camino de nuevo".

Confiado de sus nuevas convicciones, Belfort espera ser recordado como un ejemplo de alguien que cayó en desgracia por sus propias acciones, pero supo levantarse por sus propios medios.